Autor: Gerardo Brauer
Editorial: —
Año: 2020-11
Resumen
Tiene en sus manos uno de los mejores libros de poesía, y para muestra, que algunos de sus versos resuenen para siempre en su mente: Olvidé que no fui mar, olvidé ser río cuando un campo vi secarse, olvidé la brevedad del perfume, las ruinas del rosal dentro del sahumerio, nunca olvidaré nunca olvidar el aroma ámbar de una mirada preñada de imágenes, plañida del misterio de la eufonía. Rayo herido horadando un abismo, poeta de épica péndola campirana, desde el florido balcón de temprana edad, sus versos de mínunca se olvidaron.Como los versos anteriores, el libro está plagado de vigorosas imágenes que crean una impronta que difícilmente nos desprenderemos, pues dotan de sentido de vida a cada uno de nuestros actos de vida. Gracias a poetas como el autor del poemario en sus manos, le damos sentido a nuestra vida y a esas cosas que pasan mirándonos y sin que nosotros siquiera percibamos que existen.El dominio del que hace gala de la métrica cuando es necesario, así como de la sonoridad, «sonido eco del sentido», tal como me expresó el autor, no solamente es deleite para nuestros oídos con su profunda significación sugestiva a partir de las más elaboradas metáforas, sino para instrucción de cómo debemos construir un verso, o de cómo debemos, a partir de esta lectura, oírnos en versos.El autor ya es el poeta del presente milenio y a cada libro que ofrece a través de los medios modernos de promoción, acudimos a darnos sentido de vida a través de sus versos. Para que no se preste a una exageración, baste con releer los versos de arriba para renovarnos a ese impulso de vitalidad que vamos perdiendo conforme nos damos cuenta que lo verdaderamente importante ya poco importa para las sociedades modernas. Es entonces que el poeta nos restituye a la esencia de lo verdaderamente significativo.Usted, ambicioso lector, está pronto a dotarse de esa vitalidad única que los auténticos versos logran para darnos el valor de enfrentarnos a entornos cada vez más inciertos. Y tal como el poeta Gerardo Brauer una vez me compartió, no solamente es la actividad creativa, sino la actitud vital, la que nos activa las neuronas propensas a la sensibilización del arte. Por ende, hacemos de cada momento una eternidad, de cada objeto una significación vital y reconstituyente del día con día, de la afrenta con la confrontación, del caos con el cosmos, de la palabra con la elegía.Como nunca, estamos inmersos en una babel de palabras borboteando de las plataformas de comunicación que ofrece este Milenio de la Melancolía, nombrado así por el autor del libro en sus manos, y muchas de esas palabras son cercenadas para un entendimiento casi paranoico. De tal manera que también, como nunca, un verso es la salvación para no quedar sumergidos en este pantano de palabreríos. Y el libro en sus manos le insuflará aire suficiente para flotar de esos abismos hasta un cielo donde se mira aun lo más abisal, con la mirada del poeta.Christian Matthew Moontrow
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